Nuestro cerebro se conecta al mundo a través del cuerpo
- Mónica Luna Molina PhD

- 29 ago 2023
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 9 ene

Tejer es mucho más que un pasatiempo. El tejido nos permite anclarnos en el presente, la actividad manual y repetitiva puede servirnos como ‘anclas cognitivas’ para mantener la atención en el presente y evitar la distracción hacia otras preocupaciones.
Al enfrentar un desafío creativo podemos sumergirnos tanto en éste que cuando dedicamos toda la atención en una tarea, no queda espacio en nuestro sistema nervioso para percibir qué pasa con nuestro cuerpo. Entramos en el estado de flujo, ese estado en el que nos sentimos plenos y felices.
El tejido, estimula la liberación de serotonina, relacionada con la sensación de felicidad… La dopamina, que nos permite sentir placer al realizar la actividad de tejer y las endorfinas, que mantienen nuestro estado de ánimo más equilibrado.
Tejer reduce los niveles de cortisol (relacionado con el estrés) gracias a los movimientos repetitivos que realizamos, además de la presión arterial.
Tejer estimula la coordinación de los hemisferios izquierdo y derecho de nuestro cerebro, mejorando nuestra agilidad cerebral. Cuando realizamos esta actividad, ponemos en juego muchas funciones del hemisferio izquierdo: los patrones se componen de números y de símbolos. Así mismo, el hemisferio derecho hace lo suyo dando forma a nuestros proyectos, creando a través de la imaginación, los bosquejos y colores que utilizamos, muchas veces, tejemos de la mano de la intuición, y lo que creamos (o no) nos evoca emociones y sentimientos.
Tejer, permite el desarrollo de la atención plena, por esto, se dice que tejer es el nuevo yoga.







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